jueves, 10 de enero de 2013

Ver para creer

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La catástrofe financiera, laboral y social promovida por la codicia y acentuada con las recetas de recortes impuestas a los países desde organismos internacionales   que ahora  reconocen haber sido erradas en su dimensión y dureza,  han dado lugar al cierre de empresas y negocios, al despido de empleados públicos, al desahucio de muchas familias, a neveras vacías, a  dificultades  económicas para hacerse cargo de la factura de los medicamentos o  estudio de los hijos, a problemas para conciliar el sueño y a dramas personales que finalizan en suicidio.
Curiosamente, quienes promovieron, colaboraron y consintieron semejante desaguisado, observan la desgracia desde la distancia y duermen a pierna suelta. 
Y pretenden hacer calar la idea de que no hay otras alternativas. Ver para creer.