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No me gustaría tener un alcalde que realizara comentarios mordaces o peyorativos al referirse a un adversario político con una discapacidad física, o que cuente chistes de contenido xenófobos al citar a un oponente de otra etnia, o que trate de ridiculizar al contrario porque proceda de una familia campesina, o que al hacer alusión a una ministra suelte la siguiente lindeza e impertinencia: «Cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso lo mismo». Para ejercer un cargo institucional es imprescindible la corrección, elegancia, educación y, por supuesto, el respeto y la contención.
