No hace tanto tiempo, era necesario presentarse en una oficina de la
compañía de electricidad, telefonía, gas o seguros para llevar a cabo buena
parte de las gestiones derivadas de la relación establecida entre el cliente y la
empresa; había que acudir a la ventanilla de la sucursal del banco o caja de
ahorros para abrir una cuenta corriente, sacar dinero o realizar una
transferencia; y se hacían las compras pisando el suelo de las tiendas o
locales comerciales. Pero el mundo no reposa, y el progreso técnico posibilita
llevar a cabo cada vez más trámites evitando la presencia física, con lo cual
se ven reducidos tanto los desplazamientos como el tiempo empleado por los
ciudadanos a la ejecución de tareas indeseadas, tediosas o vacías de contenido.
Sin embargo, la incorporación paulatina de herramientas virtuales conlleva una
disminución de los recursos humanos destinados a escuchar y atender al
consumidor, algo que parece contribuir al debilitamiento de valores como la
sensibilidad, la confianza y la cercanía, afectando en mayor medida al colectivo
de personas mayores debido a la escasa familiarización con las nuevas
tecnologías y a la merma progresiva de las facultades y sentidos. Si el ritmo
de los cambios técnicos implica aligerar o tirar por la borda la carga de
humanidad, ¿es desarrollo o involución social?
martes, 11 de mayo de 2021
Aligerar o tirar por la borda
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