sábado, 13 de marzo de 2021

Soltar amarras

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Al situar la mirada en el retrovisor de la vida, veo a un grupo de niños arrodillados en la acera que, con una pequeña lupa de plástico en la mano y los ojos puestos en la base de la fachada del edificio, pasan la tarde de un caluroso día de verano achicharrando hormigas sin descanso; contemplo el vertido directo y constante de los colectores de aguas negras en ríos y playas; observo la cara asustada de un colegial que mantiene el brazo medio extendido y la palma de la mano hacia arriba esperando el impacto de la regla de madera sujeta por el maestro; y oigo voces, ruidos, súplicas y llantos que traspasan los tabiques de las viviendas, es el sonido sobrecogedor del maltrato a una mujer por parte de su marido. Volviendo la vista al frente, es obvio que muchas cosas han cambiado para bien, ahora hay una mayor concienciación social e institucional en materia de respeto hacia las personas y los animales, así como en lo relativo al cuidado del medio ambiente. Sin embargo, la lista de asuntos pendientes para conformar una sociedad más razonable es extensa y el recorrido presumiblemente lento y accidentado, pues hay amarras educativas y culturales de alta resistencia.