Después de casi un año con la pandemia a cuestas, y tras observar que
el virus no concede treguas ni hace discriminaciones entre pueblos, ciudades,
provincias y regiones autonómicas atendiendo al color político de los
gobernantes, es lamentable contemplar la obstinación en mantener fórmulas de
fragmentación política punzante frente a un poderoso enemigo común sin
ideología ni propósitos de dominación territorial y económica. Si tal
como escuchamos un día sí y otro también, la vida y los intereses de la ciudadanía
son la mayor prioridad de la agenda política, sobran las actuaciones sin
consistencia y los pulsos estériles. A la hora de hacer frente a los múltiples
y graves problemas derivados de esta crisis, parece más fructífero y honesto
unir fuerzas para remar hacia la costa que entablar trifulcas partidistas
mientras la resaca te lleva mar adentro.
sábado, 23 de enero de 2021
Remar hacia la costa
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