jueves, 30 de marzo de 2017

Tranquilidad, no va a suceder

El Comercio>Opinión>cartas del lector

"¡Por favor!, cómo se atreve usted a usarme como elemento de camuflaje. No deseo colaborar en un engaño colectivo,  es algo que va contra mis principios", podría decirle la palabra honestidad a esa persona que, poco después introducir la mano en la caja de los contribuyentes, sale ante las cámaras de televisión poniéndose como ejemplo de integridad política. "Me indigna que me nombre como si fuese una compañera inseparable cuando, en realidad, su estilo de vida consiste en abrirse paso a codazos y zancadillas", podría manifestar el término justicia a quien presume de trabajar sin descanso a favor de la prosperidad  social. "Debería  caérsele la cara de vergüenza al situarme como plataforma de  ascenso, pues los factores que le han permitido alcanzar el cargo son ajenos a mi esencia o significado", podría  puntualizar la expresión mérito al ser violada por un soldado del nepotismo. Y si de un día para otro, ¿las palabras tuvieran la facultad de protestar y hacerse oír públicamente al ser objeto de fraude, agravio o prostitución?