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Da gusto tener compañeros de viaje sinceros y con las
ideas claras, tal como sucede con el presidente del Eurogrupo, el
socialdemócrata Jeroen Dijsselbloem, que hace unos días
declaró, bajo un envidiable estado de sobriedad y calma reflexiva, que los
países del sur de Europa se gastan el dinero de sus vecinos del norte en vino y
mujeres. Para el cargo desempeñado, da la impresión de que este señor no está
muy bien informado (al menos respecto a nuestro país) pues, a criterio de un buen número de expertos en la
materia, una buena parte de los problemas económicos y sociales de los últimos
años no tienen relación alguna con los prostíbulos ni con el sector vinícola,
sino con la corrupción, con el fraude
fiscal y con las obras públicas innecesarias, inacabadas o sobredimensionadas. Siendo
un hombre del norte y perteneciendo a una formación política progresista, podría haber escogido un tópico sin tintes
machistas. Desconozco si gastaban dinero
de los contribuyentes en hombres y joyas, pero este político debería conocer
que también tenemos señoras condenadas por delitos de corrupción. Y, ¿se habrá preguntado el motivo de que su formación política bajara de
38 a 9 diputados en elecciones generales celebradas recientemente en Holanda?,
porque eso sí es como para meterse en el cuerpo unos vasos de tinto.