miércoles, 23 de marzo de 2016

Dificultar el paso tóxico

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Al observar el mapa político del despilfarro y la corrupción española,  puede distinguirse el brillo de una característica común de gran parte de los pueblos, ciudades, provincias y comunidades autonomías donde las huellas del descontrol  y la indecencia han sido más profundas (con empleados públicos sin cobrar sus nóminas durante meses, incapacidad o merma acentuada en la prestación de servicios públicos importantes para la población, cierre de empresas por impago de los trabajos realizados y materiales servidos a las administraciones o niños ateridos en aulas sin calefacción): la responsabilidad de gobernar concentrada en las mismas manos  durante varias legislaturas seguidas. Circunstancia esta que, aunque no conduzca de manera ineludible a adoptar posiciones insensatas, deshonestas y contrarias al interés general,  parece favorecer el  desarrollo y penetración de la corrosión política y ética. La ciudadanía acudió a las urnas hace tres meses y, por vez primera  desde en la el inicio de la transición democrática, no ha sido posible la formación de un gobierno e incluso cobra fuerza la opción de repetir las elecciones, una novedad y sorpresa  política que, por el bien del conjunto,   esperemos sirva para debilitar y dificultar el paso tóxico de las  hermandades de corruptores y corruptos nacionales.