Hoy>Opinión>cartas del lectorEl Perlódico>Opinión>cartas del lector
El Diario Vasco>Opinión>cartas del lector
El Correo>Opinión>cartas del lector
La Nueva España>Opinión>cartas del lector
La Vanguardia>Opinión>cartas del lector
La Voz de Cádiz>Opinión>cartas del lector
La Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
El Diario Montañés>Opinión>cartas del lector
El Diario Montañés>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector
El Norte de Castilla>Opinión>cartas del lector
El número de personas inscritas en los gimnasios aumenta un año tras
otro, la preocupación por tener una alimentación saludable es cada vez mayor,
la concienciación en materia de prevención de accidentes y enfermedades
profesionales sigue una línea ascendente, y la sensibilización social respecto
a la contaminación ambiental y la preservación de los ecosistemas va ganando
peso de manera especial entre la juventud. Ante esta realidad, llama la
atención la rapidez con la que parece pasar al olvido la reciente catástrofe
sanitaria surgida con motivo de la propagación del Covid-19, dando paso a
comportamientos inadecuados que favorecen el contagio. ¿Será que la inquietud
tiene mayor relación con el bienestar individual que con la salud pública?